Existen muchos nombres para el cuyo: “cobayo”, “hámster peruano” o “conejillo de Indias” (aunque no tiene nada que ver con las Indias Occidentales). Los conquistadores españoles los llevaron de América Latina a Europa en el siglo XVI. Eran mascotas exóticas y regalos exuberantes para la nobleza. Supuestamente la Reina Isabel I de Inglaterra tenía uno.
En los Andes su rol fue diferente. Las culturas ancestrales empleaban llamas principalmente por su capacidad de carga, alpacas por su fina lana y al cuyo por su carne. Según investigaciones, este animalito ya había sido domesticado entre los años 5000 y 3700 A.C. en la Sierra Andina. Arqueólogos creen que los mochicas y wari fueron los primeros que construyeron grandes criaderos de cuyos cerca de sus templos, con el objetivo de consumirlos.
Los incas, que llegaron después, adoptaron esta tradición.
“El cuyo es un legado ancestral”, dice Teresa Montes Andía, especialista de cuyos de la Facultad Zootécnica de la Universidad Agraria La Molina en Lima. “Hasta el día de hoy muchas familias campesinas comparten sus hogares y vidas con estos animalitos”.Pero, ¿qué tiene el pequeño cuyo que lo hace tan llamativo?
Como alimento
Desde los años 60, esta universidad se encarga de realizar estudios científicos acerca de la producción, alimentación y el valor nutritivo del cuyo. La Molina cuenta con galpones para la crianza con fines comerciales. De hecho, posee la granja más grande de cuyos a nivel mundial: 12.000 animalitos. A lo largo de años de investigación, se logró crear una línea genética que es exportada a la comunidad latinoamericana (Ecuador, Colombia, Cuba, Costa Rica, entre otros) y que requiere un peso mínimo de 850 gramos para su consumo.
“El secreto del cuyo como alimento es su carne, que es saludable y de buena calidad”, explica Teresa, mostrando una jaula de diez cuyos jóvenes y gorditos. “Con un alto contenido en proteínas y un bajo porcentaje de grasa y colesterol, representa una buena alternativa a la carne de pollo o de res”.
A esto hay que añadir que la crianza del cuyo es simple: se adapta fácilmente a diferentes ecosistemas, requiere poco espacio y es capaz de reproducirse en grandes cantidades en poco tiempo. Además la alimentación del animal no es muy compleja. “Cualquier tipo de comida, como los desperdicios de la cocina, son suficientes para obtener un producto de alta calidad”.
Todas estas condiciones hacen que muchos campesinos andinos críen una gran cantidad de roedores en sus casas de escasos recursos. Los animalitos viven en la cocina o afuera en el pasto. En esta vida, el cuyo no solamente sirve como comida, sino que también genera empleo para la gente que no tiene suficiente espacio para criar otro tipo de animales.
El éxito de la carne del cuyo es tal, que forma parte de la gastronomía peruana. Cada región del país tiene su propia variedad: en Arequipa se come “cuyo chactado”; el “cuyo frito” viene de Cusco y en Huancayo la gente prefiere el “cuyo coloreado”. A cada instante aparecen nuevos experimentos culinarios: el “jamón de cuy” o “hot cuy”, productos elaborados por la Universidad de La Molina. Además, la demanda sigue aumentando. Hoy en día, según diversos medios de comunicación peruanos, anualmente se consumen entre 50 y 65 millones de cuyos a nivel global.
Medicina tradicional
Cuenta la leyenda que los incas “leían” estrategias de guerra en las entrañas de los cuyos. Hoy en día, en cambio, se examinan posibles enfermedades de la gente utilizando este animal: la llamada “soba del cuyo” es una antigua tradición de sanación de la Sierra Andina que practican los sabios de los pueblos. Básicamente, consiste en ¡limpiar a una persona con un cuyo, sacrificándolo luego para examinar su organismo!
Cuando un paciente sufre de un malestar (fiebre, ansiedad o vómito) la terapia comienza con una infusión de siete hierbas secretas para aliviar los síntomas. Después se pasa el cuyo de la cabeza hasta los pies del enfermo. “Como el animalito es muy sensible, absorbe todo el mal y se muere,” explica Irma Luz Poma Canchumani, sabia y buriladora de mates de la provincia de Huancayo. “Después se lo lleva a un lugar especial, junto con hojitas de coca y comida para ofrecérselo a la Pachamama. Al día siguiente el paciente está curado”.
“La pasada del cuyo ayuda a curar el mal del chacho”, cuenta Irma. Ella heredó este conocimiento de su madre que también curaba a los enfermos con el cuy. “Cuando la Pachamama está en movimiento es incapaz de absorber agua, esto hace que transmita su mala energía, o chacho, a cualquier persona”.
Hay que destacar que la elección del cuyo siempre depende de la edad y del sexo del enfermo: si el paciente es un hombre mayor, se elije un cuyo grande y macho. Al contrario, para una niñita, un cuyo joven y hembra. También es importante que el enfermo crea en el éxito del tratamiento.
Hay que aclarar que solo los sabios son los elegidos para realizar el procedimiento, ritual que no se aplica para enfermedades graves (como cáncer). A veces, cuando el mal es muy fuerte, es necesario repetir el proceso.
En la sociedad andina
Mientras los turistas son los que principalmente comen cuyo, los campesinos andinos prefieren ofrecerlo a sus familias e invitados en ocasiones especiales: en aniversarios, cumpleaños, despedidas o bodas. El aspecto físico y la salud del animalito reflejan el estatus social de su dueño: cuanto más grande y bien cuidado el cuyo, tanto más el prestigio de la persona.
“El cuyo es un animal muy noble. Se familiariza rápidamente con el humano y no se escapa de su casa aunque podría hacerlo. Está para armonizar a las familias y regalarles tranquilidad y paz,” aclara Irma Luz. De allí no sorprende el hecho que en muchos pueblos de la sierra todavía se practique el intercambio de bienes como una forma alternativa para reforzar relaciones sociales, incluyendo al cuyo en la lista de mercancías.
Siendo un animalito casi heroico que contribuye a muchos aspectos de la vida diaria en la sociedad peruana, parece que la idea del cuyo como mascota aún es muy lejana. Pero quizás esto no hace falta. A los que creen que el destino del tierno roedor es demasiado cruel hay que decir que por su carácter fue honrado con el título de “Patrimonio Natural del Perú”… ¿y sobre qué mascota se puede decir lo mismo?
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